Este invierno tan otoñal, muchos días casi veraniego, ha sido , seguramente, uno de los peores de nuestras vidas porque hemos perdido a un amigo único. La peor tormenta, la peor lluvia, el mayor frío que hayamos podido sentir se hizo de golpe en ese día 19 de diciembre. Todos presagiábamos ese día gris, inmensamente oscuro, pero no pensábamos que pudiera llegar, que esa amenaza en el parte de las temperaturas del noticiario de la amistad, se llegara a cumplir. La constante temperatura primaveral que nos transmitía Felipe (daba igual la estación del año) no parecía hacer posible ese cambio brusco de clima.
La mañana del pasado 21 de diciembre no llovió pero estuvo llena de lágrimas y de abrazos cargados de orfandad de los amigos reunidos en el tanatorio para decir adiós a Felipe. Llena de miradas perdidas, de absoluto desconsuelo. Mariona lo dijo: "días intensos y llenos de emoción" como final del trayecto de un mes en el que Felipe no estuvo solo en ningún momento. Tuvo la mejor compañía, la de los amigos obcecados en quererle hasta el último momento, y el adiós emocionado de Cruz, su hermana, que pudo venir desde Canarias, gracias a un "sabandeño" que toca mejor que nadie el timple de la amistad.
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